CUBA - Se derrumba la producción de cerdo en la isla

El régimen admite la debacle porcina en Cuba: De 200 mil a solo 9 mil toneladas de carne de cerdo por año, mientras la carne de cerdo se convierte en un lujo inalcanzable para el pueblo.

InternacionalesJose CasadoJose Casado

IC-Cerdos dominicanos

En 2018, Cuba alcanzó un récord de 200,000 toneladas de carne porcina, favoreciendo no solo al consumo familiar, sino también a hospitales, turismo y centros de elaboración.

Sin embargo, en la actualidad ese panorama es cosa del pasado: la producción nacional ha caído a poco más de 9,000 toneladas en 2024, una cifra que refleja la debacle total de uno de los sectores más importantes de la alimentación en el país.

La admisión llegó desde el oficialista periódico Granma, que no pudieron ocultar la magnitud del desastre, y, no obstante, justificó el desplome, entre otros factores, a la dependencia de materias primas importadas como maíz y soya, insalvables en el actual contexto económico.

Pero más allá del bloqueo y las justificaciones de siempre, lo que queda en evidencia es la ausencia de políticas eficaces, el abandono de la infraestructura genética, la falta de incentivos reales y el colapso de los convenios porcinos que alguna vez sostuvieron la producción.

La falta de pienso, el deterioro genético, el robo en los sembrados y la escasez de fuerza laboral son solo parte del cóctel que ha dinamitado el sector, añadió.

Hoy, la libra de cerdo puede superar los 1,000 pesos en muchas provincias, convirtiéndose en un lujo inalcanzable para la mayoría, subrayó el reporte oficialista.

Especialistas como Santiago Cuéllar Magdaleno y Orelvis Peñate, con décadas de experiencia, coinciden: sin alimento de calidad, no hay resurrección posible, lo cual hace augurar, en medio de la crisis económica actual, que la recuperación tardará en llegar, si llega.

Aunque se mencionan soluciones como la siembra de viandas (yuca, boniato) o el uso del palmiche y subproductos agrícolas, los propios expertos aclaran que estos solo pueden complementar la dieta porcina, pero no sustituir el 70-80% de proteína necesaria para un ciclo de engorde sostenible.

Peñate propone incluso buscar acuerdos con inversionistas extranjeros para financiar insumos, medicamentos y tecnología, y también alerta sobre la pérdida del capital genético porcino que tuvo Cuba en el pasado, cuando razas como Duroc y Landrace eran la base de una producción sólida y planificada.

En la actualidad, sin centros genéticos funcionales ni cría organizada, el país se ve obligado a improvisar en un terreno que demanda ciencia, recursos y planificación.

La situación es tan crítica que ya se considera como alternativa la crianza de cerdos de capa oscura, menos productivos, pero más resistentes y adaptables a la alimentación rústica, un retroceso evidente respecto a los estándares productivos de años anteriores.

En resumen, la porcicultura cubana está en ruinas, y aunque el régimen admite el colapso, no parece haber una estrategia clara para revertirlo.

Las posibles soluciones están sobre la mesa, pero requieren inversión, voluntad política y un cambio de modelo. Mientras tanto, el cerdo, protagonista tradicional de la cocina cubana, se aleja cada vez más del plato del pueblo.

Entre noviembre de 2024 y enero de 2025, varios reportes periodísticos ilustraron con crudeza la magnitud del colapso de la industria porcina en Cuba, marcando una fase crítica en la ya prolongada crisis alimentaria nacional.

En noviembre pasado, un reportaje oficialista desde Santiago de Cuba reveló los esfuerzos locales por revivir la cría porcina, una meta que parecía inalcanzable en medio de la falta de insumos, el deterioro de la infraestructura productiva y la pérdida del capital genético porcino. Las autoridades intentaban reanimar un sector clave sin contar con las condiciones mínimas para lograrlo.

Apenas semanas después, otro informe destacaba que en varias provincias del país la carne de cerdo se había convertido en un artículo de lujo absoluto.

Los precios escandalosos —que superaban los mil pesos por libra— dejaban fuera del alcance incluso los chicharrones, símbolo popular de la dieta cubana. Esta situación no solo reflejaba el desabastecimiento, sino también la creciente desigualdad alimentaria.

Finalmente, en enero pasado, una nueva modalidad delictiva vinculada a la crisis fue documentada: el secuestro de cerdos directamente en los campos, una señal de la descomposición social que acompaña al derrumbe del sistema agropecuario. (Infocerdo)

 

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